sábado, 3 de julio de 2010

HYUNDAI,HECHO EN COREA

Hyundai Motor factura 39.000 millones de dólares anuales por sus ventas de autos y utilitarios en 190 países del mundo. La empresa coreana comenzó como un taller mecánico y luego se diversificó en distintas empresas ligadas a la construcción y las obras viales. Su creador, Ju-Yung Cheng, es recordado como un empresario que ayudó a la reconstrucción de Corea tras las distintas guerras que atravesó. Su heredero, Mong-Koo Cheng, es respetado por haber mejorado la calidad de los productos de la compañía, sobre todo de los vehículos, que hoy compiten entre las ocho marcas más populares del mundo.




La historia de Hyundai tiene dos protagonistas principales: Ju-Yung Cheng, el creador de la empresa y Mong-Koo Cheng, su hijo mayor, quien hoy lidera el destino de más de 68.000 familias que trabajan para la compañía.

Con suerte, ingenio y mucha audacia Ju-Yung Cheng logró convertir un pequeño taller en una mega empresa constructora de puentes, edificios y represas en su país. Logró reconocimiento, se convirtió en uno de los empresarios más respetados de su país e incluso llevó siempre la bandera de la paz con el fin de unir a las dos coreas.

Con personalidades distintas pero la misma capacidad de liderazgo, Ju-Yung y Mong-Koo son las dos caras de una compañía que es número uno en Corea y se ubica entre las diez automotrices más importantes del sector en el mundo. Padre e hijo han recibido premios, elogios y también críticas, pero sin duda han ayudado a que Corea sea más conocida en el hemisferio occidental.



“Tienes que hacer todo lo necesario que sea para triunfar”, fue la frase predilecta de Ju-Yung durante sus 83 años de vida, que se apagaron en el 2001. Su historia personal y empresarial es imposible de olvidar para los coreanos, ya que es recordado por ser uno de los constructores de ese país tras la devastación de las guerras, tanto internas como mundiales y de la ocupación japonesa.







Luego de la invasión de Corea del Norte sobre su hermana sureña en 1950 (conflicto que se resolvió con un armisticio tres años después) y de la retirada definitiva de los viejos conquistadores japoneses, era necesario llevar a cabo una reconstrucción del país. Los distintos rubros que cubría el emprendimiento de Ju-Yung le permitieron al empresario hacerse cargo de grandes proyectos. Para ello jugó un rol esencial la amistad de Ju-Yung con un general del ejército de Estados Unidos, quien lo ayudó a ganar distintas licitaciones para la construcción de puentes y caminos.







En diciembre de 1996 fue fundada la Hyundai Motor Company, una idea muy resistida entre sus pares ya que, según los datos oficiales, en Corea se vendían muy pocos vehículos al año. Pero para Ju-Yung la movilidad era un tema clave para la prosperidad de Corea. Y no se equivocó: Ford eligió a Hyundai como socio para el ensamblado de autos. Mientras duró el acuerdo con la automotriz Ju-Yung aprendió de los norteamericanos otra vez. Mitsubichi también le confió el armado de sus autos. Esas experiencias le dieron ánimos a Ju-Yung para seguir solo en la industria. Su primer auto, el Pony, fue producto de las tendencias que Hyundai espiaba en el mercado italiano, país líder en diseño de automóviles.







En 1997 Ju-Yung decidió dejar espacio a sus sucesores y se corrió a un costado para dedicarse sólo a cuestiones de paz entre las dos coreas, un viejo sueño del empresario ya que si bien había nacido en el norte, su crecimiento personal y laboral había sucedido en el sur. En un principio, el hermano menor de Ju-Yung se hizo cargo de la empresa, pero al parecer no tenía el mismo poder para manejar el negocio. En cambio Mong-Koo, el hijo mayor de Ju-Yung, sí había heredado la misma capacidad de dirección que su padre. Cuando Mong-Koo asumió en 1998 la presidencia de Hyundai, tuvo que sobrevivir a serios inconvenientes. La economía coreana atravesaba una crisis financiera total, por lo que el novel empresario debió despedir el 25% de su planta de trabajadores. También se habían presentado problemas de organización interna porque, como toda empresa familiar, la estructura era piramidal y muy reacia a los cambios. Es que Mong-Koo le había informado al directorio que iba a tomar una decisión fundamental: apostar todos los esfuerzos a la industria automotriz.



Mong-Koo separó societariamente a las divisiones de aceros y cemento para convertirlas en empresas independientes. Además adquirió la automotriz Kia, con la que sumó técnicas ya experimentadas. Ese mismo año Hyundai entró al mercado norteamericano, uno de los sueños de la segunda generación Cheng. El modelo Excel fue el primero en desembarcar en ese país y ese mismo año Hyundai marcó un récord al vender la mayor cantidad de vehículos en su primer año de trabajo en comparación con otras empresas del rubro (el número superaba los 126.000 autos). Es que los autos de la coreana ofrecían tecnología y diseños innovadores a cambio de precios muy convenientes. Sin embargo, ese bautismo arrollador no alcanzó para convencer del todo a los consumidores. El modelo Excel contradecía su propio nombre: distintas fallas comenzaron a aparecer en los vehículos. Las ventas bajaron y los representantes en Estados Unidos dieron de baja distintos contratos con la coreana. Pero todavía había espacio para reconquistar el “sueño americano”.

Las críticas de los especialistas en la industria automotriz de Estados Unidos no asustaron a la nueva cúpula de Hyundai sino que la alentaron a cambiar su mentalidad. Comenzó entonces una etapa de plena inversión en calidad, diseño e investigaciones sobre la realidad de la empresa y sus posibilidades. Mong-Koo se obsesionó con la idea de buscar el “cero defecto” en la producción de Hyundai. “Cero defecto” comenzó a ser la orden más conocida por sus más de 68.000 empleados. “La calidad es crucial en nuestra supervivencia. Tenemos que hacerla eficaz sin importar cuál sea el costo”, dicen que gritó Mong-Koo a sus colaboradores en ese momento. Para llevar a cabo su objetivo, el ejecutivo obligó a ingenieros, diseñadores y gerentes de planta a reunirse periódicamente en equipo para analizar la marcha de la producción y buscar formas para mejorar los resultados. Además, Mong-Koo llamaba dos veces al mes a los gerentes a la sala de reuniones para mostrar los resultados y para plantear próximos objetivos. Incluso los propios operarios, acostumbrados a estar más en contacto con los materiales y los productos terminados, eran invitados a expresar sus opiniones cuando se realizaban reuniones de planta. Mong-Koo también produjo importantes cambios en cuanto a diseño y tecnología. Para esto se había ampliado el presupuesto para investigación y desarrollo en unos 1.600 millones de dólares anuales. Tras contratar consultores internacionales, en poco tiempo más se lanzó una garantía a 10 años o de 10.000 millas en todos los autos Hyundai, lo cual implicaba apostar a un gran desafío en el mercado. La realidad indicaba que los autos habían mejorado realmente sus condiciones de calidad y diseño y mostraban a una empresa empecinada en vencer sus propias batallas. El mercado comenzó a cambiar su opinión sobre Hyundai. Los consumidores encuestados reportaban cada vez menos desperfectos. Así, en 1998 la compañía coreana se ubicaba en el puesto 12 entre los mayores fabricantes globales de vehículos por alcanzar ventas mayores al 1.300.000 de unidades de autos (incluidos los Kia). Para el 2004, Hyundai peleó junto con Honda el segundo puesto del estudio J. D. Power and Associates, que lista las marcas de mayor calidad en el sector automotor norteamericano.



Extraido de : www.publicamion.com



Con mayores ventas, nuevos modelos en el mercado y una mejor reputación, Hyundai inauguró este año una planta de producción de vehículos en Alabama, Estados Unidos, hoy su principal mercado. En esa fábrica, donde se invirtieron 1.100 millones de dólares, se fabricará el nuevo Sonata, que ofrece un estilo refinado y sofisticado dentro del segmento de los autos grandes. Será equipado con 6 airbags, ABS y control de tracción. Este año Mong-Koo Chung fue nombrado uno de los mejores managers por la revista Business Week, dado que a los 66 años el empresario fue reconocido como un líder que supo llevar su empresa al resto del mundo y triunfar como una de las compañías de automóviles que crece con mayor rapidez en el mundo. Los especialistas hablan de un buen balance precio-calidad, de diseños muy pensados y de un buen desarrollo gerencial de la empresa. Todo eso ubica hoy a la coreana como la 8º automotriz más importante del mundo, con una producción anual de 3 millones de autos, superando así a Honda y Fiat. De todas maneras, la propia empresa asegura que su próxima meta es ser uno de los 5 mayores vendedores de automóviles del mundo para el 2010. Para ello inaugurará nuevas plantas de producción con el fin de alcanzar las 5 millones de unidades.

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